jueves, 17 de diciembre de 2009

- LA COSECHA –por Carmen Romero

– Joaquín Muñoz, consulta cinco –se oyó en la sala de urgencias a través de la megafonía.

– Pase –dijo el doctor.

– Verá, –Joaquín, comienza a explicar lo que le ocurre sin que el doctor le haya preguntado –estaba dando un paseo por el campo y se me ha introducido un cuerpo extraño. Vamos, que tengo un cuerpo extraño.

– De acuerdo –el doctor habla mientras ordena unos papeles –siéntese en la sala de espera y le avisan por megafonía cuando llegue el especialista. Buenas tardes.

Joaquín sale de la consulta y permanece de pie en la sala de espera un cuarto de hora aproximadamente hasta que pasa a la consulta del especialista. Joaquín no acaba de entender porqué le han hecho pasar a una consulta cuyo rótulo dice ‘oftalmología’.


– Siéntese aquí, voy a buscar el colirio –la oculista se dirige a Joaquín.

– ¡¿Colirio?!







A las puertas del quirófano esperaba su mujer.

– No te da vergüenza, Joaquín. Por favor, que voy a ser la comidilla de todo el pueblo. ¿Y tus hijos? Van a ser motivo de risas de todo el colegio. Cómo se te ocurre…

– Ha sido un accidente Amalia. Iba por el campo y me caí…

– ¿Pero eso quién se lo cree? Piensas, en serio, ¿qué me voy a tragar eso?








Joaquín miraba la cosecha, las vistas que estaba contemplando eran preciosas. Nadie a un lado, nadie al otro. El sol de las cuatro de la tarde de febrero era muy agradable, empezaba a hacer buen tiempo en el pueblo, ya mismo llegaría la primavera. Contemplaba los tomates, las patatas, las cebollas, los pepinos… Coge un pepino y lo desliza sobre sus dos manos. Ya no tiene tierra. Sigue frotándolo…



Seguía paseando y el sol iba cayendo. La chapa de la puerta verde de la casetilla del campo estaba fría, la sentía en la espalda. Sin que hubieran pasado más de quince segundos, Joaquín se encontró disfrutando y gimiendo lo más bajo que podía dentro de aquella casetilla…





Le entró el pánico, un sudor frío corría ya por sus mejillas. No podía, no salía, estaba atascado. Tiraba y sentía mucho dolor, no podía sacarlo. Intentó montarse en el coche y conducir hasta un pueblo lejano para acudir a urgencias pero, no podía sentarse, veía las estrellas cada vez que intentaba sentarse en el cuero del sillón de su BMW E250. No tenía más remedio, caminaría hasta la casa de socorro del pueblo…







– Amalia, por favor...

– No sé si voy a poder perdornarte esto, Joaquín.










Carmen Romero – Relato 2

2 comentarios:

  1. jajajaja. Muy bueno Carmen. Soy Sandra.
    Oye por qué separas tanto los párrafos?

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  2. Niña, cada espacio es una elipsis. Esque eran varias escenas separadas y tenía que separarlo aquí de algún modo. Está basada en hechos reales. Un saludo

    Carmen Romero

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